sábado, 13 de abril de 2019

Audiencia pública (11)

Fachada del Tribunal Supremo (Foto de Internet)
Fachada del Tribunal Supremo
(Foto de Internet)
Parece incuestionable que el Juicio del (o al) “procés” va perdiendo interés para los medios de comunicación; sin TV24 Horas, que lo retransmite íntegramente y los “cuatro tontilocos” (como un servidor) que lo vamos siguiendo con “infinitus patienta”; el fuelle seguramente decaerá de ritmo con el inicio de la campaña electoral, las posteriores elecciones nacionales, autonómicas, europeas y municipales, por lo que el foco mediático a lo que acontece día a día en el Salón de Plenos del Tribunal Supremo del Palacio de Las Salesas, allá en la plaza de la Villa de Paris, de Madrid, se irá desplazando a los acontecimientos políticos que se avecinan y las sesiones de la contienda oral entre acusaciones y defensas puede ser que quede relegada al plano estrictamente jurídico, que es lo deseable, bajo la tutela de ese “crac” judicial llamado Manuel Marchena.
Continuamos con los “rostros ocultos” a las cámaras y la identificación por sus documentos oficiales a cuantos han ido declarando a lo largo de la semana; ha llamado poderosamente la atención un jefe de la Policía Nacional al señalar al letrado de Oriol Junqueras (Andreu van Den Eynde), en un centro de votación del referéndum ilegal el uno de octubre.
Este jefe (comisario del área de información en su despliegue a Cataluña) en un momento de su declaración el martes 9 de abril ha puesto en evidencia al mencionado abogado cuando le ha preguntado (al testigo) si existía un protocolo de actuación en las llegadas a los centros de votación para comunicar a las personas congregadas la misión que debían cumplir los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que se limitaron a obedecer el mandato de un juez del TSJC, le ha respondido: “Perdóneme, señor letrado. Usted estuvo en el colegio “Dolors Monserdá” (Barcelona) y sabe perfectamente cómo se producían las intervenciones en los colegios. De hecho, usted hizo mediación con el responsable policial del colegio que fue allí, que vendrá al juicio y lo contará. Él es el que me ha dicho que fue a usted a quien le hizo entrega del Auto” (gesto de asombro del letrado de Joaquín Forn Javier Melero). Sin inmutarse, Van den Eynde replicó que “no iban a hablar de con qué objeto medio conmigo nadie”.
Un segundo jefe de la Policía Nacional que declaró, acusó abiertamente a los Mossos d’Escuadra de diseñar un dispositivo dirigido a facilitar el referéndum ilegal: “Estaban permitiendo el recuento, diciendo que se podían llevar las urnas a sus casas…”. Hizo hincapié en la actitud “contemplativa y expectante” de los Mossos, su nula colaboración tras un despliegue a todas luces insuficiente, y que la Policía Nacional empleó la fuerza para cumplir con el mandato judicial, primando la seguridad de las personas a la eficacia.
Los guardias civiles que testificaron ese día (martes 9 de abril) continuaron relatando ante el Tribunal las trabas que se encontraron en los centros electorales que resumían en: gritos, insultos, forcejeos, patadas, escupitajos… Esos agentes, desplazados desde Madrid son unánimes al describir “un escenario de agresividad y hostilidad” que se tradujo en incidentes violentos que llevaron a no pocos de ellos a tener que pedir bajas laborales por lesiones.
Pabellón municipal de San Carlos de la Rápita (Foto de Internet)
Pabellón municipal de San Carlos de la Rápita (Foto de Internet)
“Nos lanzaban piedras que no cabían en una mano” señalaba un cabo primero de la Guardia Civil que intervino en el pabellón municipal de San Carlos de la Rápita (Tarragona). Este agente narró detalladamente como la multitud les increpó cuando la comisión judicial abandonó el local con urnas en la mano. Fue en ese momento cuando alguien lanzó una moneda que impactó en la cara del testigo a apenas unos centímetros del ojo. Añadió que, una vez en los coches, los manifestantes les persiguieron lanzándoles piedras que cogían de una rotonda.
Quién también salió malparado, en su caso tras la intervención en el colegio “Manuel Castellví i Feliu”, en Vilabella (Tarragona) fue el guardia civil al que el cumplimiento del mandato judicial le costó la fractura de un dedo. Fue cuando intentó separar a la multitud que formaba una cadena con los brazos entrelazados y la persona con la que interactuaba le enganchó el dedo torciéndoselo. Estuvo cuatro semanas con una férula y cinco meses de baja.
Aunque peor suerte corrió otro agente que intervino en el instituto “Antonio Ballester” de Mont Roig del Camp (Tarragona), quien ha asegurado que, en referencia a la multitud congregada, al llegar “nos estaban esperando”. Este testigo recibió una patada por la que tuvo que ser intervenido quirúrgicamente; perdió una uña y la movilidad del dedo y estuvo 152 días de baja.
Instituto “Antoni Ballester”, lugar de los hechos (Foto de Internet)
Instituto “Antoni Ballester”, lugar de los hechos (Foto de Internet)
Otros agentes que han testificado intervinieron en el centro de votación que se instaló en el ayuntamiento de Garrigas, un municipio de Gerona. Uno de ellos abandonó el local a la carrera después de recibir una agresión. “Salí corriendo: temí por mi integridad física. El sentimiento de miedo lo tenía bastante presente”, ha relatado el agente, un cabo de la Guardia Civil. El golpe lo recibió cuando trataban de salir del interior del centro con el material incautado. En un momento dado, el cordón de seguridad quedó desprotegido porque otro policía perdió el equilibrio y fue aprovechado por un señor «bastante corpulento», según la descripción del guardia civil. “Me dio un puñetazo con un manojo de llaves”.
Otro guardia civil que actuó en el mismo centro ha relatado que los militantes independentistas formaron dos líneas: desde la segunda se gritaban consignas políticas, mientras desde la primera les insultaban. Este testigo, que sufrió un golpe en la tibia, ha asegurado que les persiguieron “hasta los mismos vehículos”.
El paso ante el Tribunal de los diversos policías y guardias civiles de “a pie” es (en cuanto a sus declaraciones) rectilíneo; ellos iban a impedir las votaciones ilegales y a requisar urnas y material de las votaciones; los abogados defensores suelen preguntar si pudieron cumplir su objetivo. Si tras abrir el “pasillo de seguridad” pudieron incautarse del “material”, siendo sus respuestas afirmativas: que la fuerza legítima se abrió paso y cumplió con su cometido “a pesar de los golpes, de los insultos, de la resistencia pasiva que siempre acaba convirtiéndose en activa”. Parece clara la intención de los abogados: si consiguieron los agentes cumplir con su misión sería porque la gente no se comportó con un “grado suficiente de violencia”.
Abogados defensores en el juicio del “procés” (Foto de Internet)
Abogados defensores en el juicio del “procés” (Foto de Internet)
Estábamos contemplando el inicio de la sesión del miércoles 10 de abril cuando se percibió un revuelo en la Sala; el Presidente se puso de pie, requirió la presencia de los médicos forenses, suspendió la celebración del juicio y mandó desalojar la Sala. Minutos después, al reanudarse el acto, Don Manuel Marchena explicó que al percibir que un funcionario parecía indispuesto había tomado aquella decisión, y en sus explicaciones este jurista ilustre nos mostró su extraordinaria dimensión humana dijo literalmente: “Paco ‒el funcionario auxiliar indispuesto‒ es una pieza indispensable en el desarrollo de la infraestructura de esta vista; afortunadamente ya está bien”. Elevó la anécdota a categoría con su amplísimo saber, mostrándonos que detrás del hecho más insignificante hay algo siempre muy serio: que tras cualquier hecho puede existir un ser humano que (como en el caso que nos ocupa) estaba oculta hasta el momento pero que era indispensable.
Momento en que se manda desalojar la Sala (Foto de Internet)
Momento en que se manda desalojar la Sala (Foto de Internet)
Durante la sesión del miércoles 10 de abril una agente de los Mossos d’Esquadra que formó un binomio en uno de los colegios electoral del 1 de octubre, defendió en su declaración como testigo en el Tribunal Supremo que la gente se encontraba de manera pacífica en el centro de votación durante todo el día.
La agente, que ha declarado como testigo en el juicio por el procés, sostuvo que su compañero y ella no pudieron acceder al colegio por la cantidad de gente concentrada que había, aunque reconoció que no solicitó ayuda a la Policía Nacional y a la Guardia Civil.
No obstante, sí sostuvo que su compañero llamó a la BRIMO (los antidisturbios de los Mossos) para que acudieran al centro. ¿Y acudieron?, le preguntó el abogado de Vox, que había propuesto su declaración. “No”, respondió la agente. Según relató, su compañero y ella estuvieron en las cercanías del centro, “observando a la gente que había”. “Al no sernos posible entrar al centro nos mantuvimos en vigilancia exterior”, subrayó.
Los relatos de Mossos y Guardias Urbanos parecían abundar en la forma y modo en que se expresó en su día la Consejera Ponsatí (prófuga en Escocia) que el día uno de octubre arengaba a la multitud y meses después afirmaba que “jugaron de farol”, que todo “era mentira”; que el único problema real aquel día (y siempre) fue que el Estado se tragó la farsa y quiere ver rebeldes donde no los había.
Clara Ponsatí Obiols, la Consejera fugada a Escocia, que el 1 de octubre “susurraba” a los votantes  (Foto de Internet)
Clara Ponsatí Obiols, la Consejera fugada a Escocia, que el 1 de octubre “susurraba” a los votantes  (Foto de Internet)
Una Mossa testigo explicó que en ningún momento vieron las urnas ni vivieron ningún altercado en la zona ni insultos hacia sus personas. “La gente estaba en situación de espera delante del centro de modo pacífico”, sostuvo. “¿La gente estaba haciendo cola?”, le preguntó el letrado. “No, más bien taponando la entrada del centro”, respondió. En la parte final de su relato, la agente explicó que al finalizar la jornada y cuando la gente se había ido “procedimos a precintar el centro, como teníamos que hacer”.
No obstante, miembros de la Guardia Urbana que relataron el incidente que en Badalona tuvieron con el presidente de Ómnium Cultura Jordi Cuixart, por unos carteles de publicidad para el referéndum, mantuvieron que el ordenamiento jurídico (y las órdenes de los jueces) estaban por encima de todo, por lo que fueron insultados por la gente, cuyo “cabecilla” era a su juicio el mencionado señor Cuixart.
Guardias Urbanos de Badalona (Foto de Internet)
Guardias Urbanos de Badalona (Foto de Internet)
La sesión del jueves 11 de abril, los televidentes la iniciamos con la digestión hecha respecto de las declaraciones de los quince policías nacionales del día anterior; la convivencia entre “Mossos” y votantes era más que manifiesta; así, en el Instituto Calderón de la Barca, de Barcelona, un “binomio” de agentes autonómicos presenciaban impertérritos como una vez finalizadas las votaciones, unos “jefecillos” se sorteaban las urnas para llevárselas a sus casas (habían terminado el recuento); algo semejante pudieron constatar otros policías nacionales en el Instituto Pablo Ruiz Picasso, de Barcelona, donde los “Mossos” esperaron a que terminara el recuento de votos para llevarse unas urnas que debían haber intervenido por la mañana, concretamente dichos policías dijeron: “Sobre las 21:40 salen ocho personas con urnas, se las dan a los Mossos y los agentes rellenan un papel. Todo con cordialidad y saludos. Seguimos al coche, que acaba en la comisaría de Aiguablava. Allí una agente de los Mossos saca del maletero las urnas con ayuda de compañeros y las mete en las dependencias”.
La misma escena puede trasladarse al Instituto Valldemossa: dos Mossos metieron una caja en el coche que se dirigió a continuación al Parque de Bomberos. De allí salieron otros dos Mossos con más urnas que introdujeron en el vehículo. Después siguió su marcha y tras encontrarse con una furgoneta y un coche patrulla, todos se dirigieron a la Comisaría de Aiguablava; en el Instituto Carrasco y Formiguera un Mosso uniformado abandonó el centro de votación con una urna en una mano y su pareja en la otra, mientras que en el Instituto Guineute el recuento de votos se practicó en presencia de los agentes, mientras que en el de Provençals, al cierre del colegio, la gente se acercó a los Mossos para besarles y abrazarles por no haber actuado.
Instituto “Carrasco i Formiguera” (Foto de Internet)
Instituto “Carrasco i Formiguera” (Foto de Internet)
Varios policías destacaron que les llamó la atención que en las concentraciones de algunos colegios se empleara a personas con discapacidad, incluso en silla de ruedas, y a ancianos o menores en la primera línea de resistencia frente a la policía. “Hubo empujones y agarrones”, manifestó otro agente que actuó en la jornada del referéndum ilegal. ¡Perros de Rajoy!, les insultaron.
Si la novedad del miércoles para los telespectadores fue la existencia de individuos que, disfrazados de espías, vigilaban los movimientos de policías y guardias, la novedad del jueves es el anochecer de las urnas. Varios policías cuentan que, una vez suspendidas las entradas en los colegios, se dedicaron a ver qué pasaba con el material electoral una vez que se terminaba la votación. Y lo que pasaba, según los policías, era a ratos cómico “vi a un Mosso paseando con una urna en una mano y con su pareja en la otra”, y a ratos indignante: “la gente se abrazaba a los Mossos, que se llevaban las urnas o se las dejaban a la gente para que se las quedara de recuerdo. Hasta un sorteo hicieron…”. La estrategia de la Fiscalía es traer a un número ingente de policías y guardias para que, a través de su testimonio repetido, quede claro que los Mossos fueron cómplices del referéndum. Es un trabajo titánico, más propio de fragua que de toga, y requiere mucha preparación y mucho tino para no dejar cabos sueltos de los que tire el adversario. Y la fiscal Consuelo Madrigal tiene rachas. Hay días que interroga de forma eficaz, pero hay otros que pincha en hueso de manera clamorosa. Y hoy las defensas aprovechan la coyuntura.
Barreras humanas con discapacitados y niños (Foto de Internet)
Barreras humanas con discapacitados y niños (Foto de Internet)
El “forcejeo” jurídico para encajar los hechos del día uno de octubre en el delito de rebelión, por esa “violencia” diseminada a lo largo de toda Cataluña, preparada e interpretada como una sola partitura es, en suma, lo que nuestro Código exige para ese ilícito penal ya que culminó con el propósito inicial de los separatistas de proclamar la República, o serán unos simples “desordenes públicos” puntuales, de protesta por no haber dejado votar a la ciudadanía, sin ánimo sedicioso por aquello de que todo fue “una broma”; y tanta parafernalia judicial quedará como el “gallo de Morón”. Y no olvidemos que si el 28 de abril, en las elecciones generales, Pedro Sánchez y su PSOE gana (y suma) una amplia mayoría con comunistas y separatistas varios puede, antes de que se dicte Sentencia, finiquitar el tema del “procés” mediante una Ley de Amnistía (que no prohíbe la Constitución) sin tener que esperar al indulto posterior a la Sentencia condenatoria…
Se retiró la bandera de España (Foto de Internet)
Se retiró la bandera de España (Foto de Internet)
En esas elecciones, España, la Administración de Justicia y nuestro ordenamiento judicial representado por el Tribunal Supremo como instancia máxima, se juegan mucho más de lo que en este momento pensamos ¡Tal vez el ser o no ser de la Nación! Que el señor Pablo Iglesias en una conferencia en la Universidad de Málaga haga retirar la bandera de España del escenario, es un elemento muy revelador de por dónde van los tiros (virtuales, de momento) de quienes pretenden gobernarnos.

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