Todos los componentes de mi chabola, con el cabo instructor Rivas y el perro “Paco” |
Rutina, Rutina, Rutina... Incluso aquellas tareas des- conocidas en la vida civil de la que hace tan pocas horas hemos despegado, se con- vierten en en muy pocos días de algo cotidiano. Todo ha cambiado a la velocidad de la luz. La vestimenta, la forma de expresarte, el saludo a los “superiores” (en la vida privada, todos somos iguales), las comidas, los horarios e incluso las más sagradas festividades religiosas como la Semana Santa que hemos pasado encerrados en el cam- pamento aunque rebajados de instrucción pero no de trabajar pues estamos haciendo de albañiles para construir una peana sobre la que se izará un depósito para agua del que dicen que saldrán tuberías para duchas, que buena falta nos hacen pues vamos sucios como cerdos... He dejado unas notas en estos primeros días de abril de 1961 para desarrollar el día de mañana, si se conservan y tengo ganas de hacerlo, que dicen: “Cena”, “Letrinas”, “Moscas” “Pulgas”, “Adobes”, “Depósito de Agua” y “Bandera”. Con algunas frases añadidas que descifro fácilmente pues tengo una bonita letra producto, como me parece que he dicho, de la enseñanza de la caligrafía que se hacía cuando era niño, voy a intentar desplegar el significado de todas esas palabras.
En un extremo del perímetro del campamento, cerca de la cantina, han acumulado tierra y paja, así como un bidón con agua (no me atrevo a comprobar si es potable) y unos moldes rectangulares de madera, del tamaño de un ladrillo. Mezclamos la tierra con la paja y el agua hasta hacer una pasta más bien espesa que vamos metiendo en los moldes de madera que extendemos por el suelo para que se sequen al sol. De ahí se obtendrán adobes que sirven para todo tipo de construcción. La que hemos iniciado en plena Semana Santa es una peana de buen tamaño donde está previsto ubicar un depósito para muchos litros de agua que llenará un camión cuba que tiene el Gobierno. De esa agua, se dice, podremos surtirnos para beber y servirá también para las duchas que se quieren instalar. Con tales perspectivas el trabajos se hace menos oneroso e incluso le ves el lado “atractivo”. De esos días me ha llamado la atención que el Viernes Santo (31 de Marzo) nos dieron para comer carne (¿No se cumple aquí el precepto de no comerla en ese día sagrado?)... Si hemos pecado, que carguen con la penitencia los que programan los menús. De ese día me quedó en que, por la tarde, se nos repartió el correo por primera vez. Personalmente recibí ¡¡¡cuatro!!! cartas de mi familia. Felicidad y lloros al leerlas. Se dice que la mili te hace “hombre”, pero estas situaciones te avisan de que no eres más que un chiquillo que hace cuatro días has dejado la protección de las faldas maternas y el amparo vigoroso del padre (reflexión “moral”). La cena como todas las noches, un desastre: unas patatas guisadas pero “viudas” y una sopa de fideos cuyo caldo no se sabe de que esta hecho (no sirve ni para afeitarte, dicen). Menos mal que los que tenemos dinero suplementamos esa birriosa cena por un buen bocadillo empujado por una cerveza (aunque caliente, pues no hay hielo) que sabe a gloria.
Alguien se preguntará como se evacuaban las aguas menores y mayores del contingente de 300 reclutas que se han ido reuniendo en el campamento desde el 23 de marzo y que el 10 de abril está al completo tras la llegada casi diaria de expediciones (los últimos de la vecina Canarias) con lo que las tiendas de campaña (chabolas) me parece que pasan de veinte, además de la del botiquín a cuyo frente está un estudiante de farmacia apellidad Correa, y la del “mando” (de la que hay que estar cuanto más lejos, mejor). Pues bien, lo explico.
El mismo 23 de Marzo de los primeros reclutas que llegamos escogieron a unos cuantos con experiencia en el pico y la pala y los llevaron a una especie de plataforma o meseta del acantilado, a la que se llega por un senderillo. Allí han excavado unas zanjas no demasiado anchas, algo profundas, y de lado a lado de las mismas han colocado maderas que tienen la misión de aguantar tu peso mientras en cuclillas, con la vista al frente del hermoso panorama del océano “se hace lo que se puede” vigilando de no caerte dentro. Las aguas menores no tienen problemas: te asomas al acantilado y ya está, siempre que des la espalda al viento. Los problemas de las letrinas provienen de que en las horas diurnas es imposible utilizarlas si no hay una perentoria necesidad, pues allí se ha instalado la más variada colección de moscas que la mente humana puede llegar a imaginar. No son las moscas domésticas que los hermanos Machado recuerdan en sus versos. Estas son de tamaño respetable, de variados colores. Zumban como locas y dicen algunos expertos que han podido comprobar como las heces se las llevan en volandas antes de caer al fondo del pozo. Si es verdad o no pocos lo van a comprobar. Todos procuramos ir de noche (parece que las moscas duermen) y ahí empiezan los riesgos de caídas. Hoy mismo se ha precipitado al interior un chico de los últimos que han llegado (andaluces) al que han tenido que autorizar a bajar hasta el mar para lavarse las piernas. La bajada de noche debe ser terrible. De día, cuando nos llevan a la playa para hacer gimnasia impone, así que...
El mismo 23 de Marzo de los primeros reclutas que llegamos escogieron a unos cuantos con experiencia en el pico y la pala y los llevaron a una especie de plataforma o meseta del acantilado, a la que se llega por un senderillo. Allí han excavado unas zanjas no demasiado anchas, algo profundas, y de lado a lado de las mismas han colocado maderas que tienen la misión de aguantar tu peso mientras en cuclillas, con la vista al frente del hermoso panorama del océano “se hace lo que se puede” vigilando de no caerte dentro. Las aguas menores no tienen problemas: te asomas al acantilado y ya está, siempre que des la espalda al viento. Los problemas de las letrinas provienen de que en las horas diurnas es imposible utilizarlas si no hay una perentoria necesidad, pues allí se ha instalado la más variada colección de moscas que la mente humana puede llegar a imaginar. No son las moscas domésticas que los hermanos Machado recuerdan en sus versos. Estas son de tamaño respetable, de variados colores. Zumban como locas y dicen algunos expertos que han podido comprobar como las heces se las llevan en volandas antes de caer al fondo del pozo. Si es verdad o no pocos lo van a comprobar. Todos procuramos ir de noche (parece que las moscas duermen) y ahí empiezan los riesgos de caídas. Hoy mismo se ha precipitado al interior un chico de los últimos que han llegado (andaluces) al que han tenido que autorizar a bajar hasta el mar para lavarse las piernas. La bajada de noche debe ser terrible. De día, cuando nos llevan a la playa para hacer gimnasia impone, así que...
Aunque soy de los que llegó al campamento cuando aún no existía físicamente, no encuentro explicación ni sé de donde han salido un par de perros que conviven con nosotros. A uno lo llaman “Recluta” y al otro “Paco”. Ambos acuden si les voceas con esos nombres. Nuestro instructor (cabo Rivas) dice que el pasado año también hicieron “el periodo de instrucción” (los perros) en el campamento que la Policía tenía en la playa y que por las noches recorren los distritos por donde se patrulla. Parece ser que los moros odian a los perros (menciona que parece ser viene del Corán) y los perros odian a los moros. Los huelen a distancia. El perro “Paco” es por tanto viejo conocido de nuestro instructor (al que le gustan los animales) y lo ha adoptado pues le proporciona comida (restos del rancho) e incluso agua (algo más difícil). El animal se pasa el día al amparo de la escasa sombra que le puede proporcional nuestra chabola y tras la cena desaparece para volver al día siguiente, ya amanecido. No sabemos si por culpa de estos perros el campamento se ha llenado de pulgas (las hay a millones) o sencillamente hemos venido a quitarles a estos parásitos un terreno que era solo suyo. Sea como sea hemos de acostumbrarnos a convivir con ellos (te rascas y sacas un puñado de pulgas) y a pedir que se desinfecte el recinto entero ¿Quién ganará esta batalla?
Hace un par de años leí la novela IMÁN de Ramón J. Sender, medio prohibida-tolerada en España, que habla de los soldados españoles en la guerra de África (1921-1924) y describe a la perfección lo que ahora yo veo personalmente: millones de moscas y de pulgas, además de otros bichejos (chinches, piojos y ratas) que los veteranos nos anuncian que ya los conoceremos más adelante ¿En cuarenta años no podía haberse solucionado este tema aquí en Ifni? Y digo esto porque el mismo instructor (que parece persona muy leída) nos explica que el coronel Capaz (que conquistó este territorio) la primera noche que pasó aqui, precisamente en la vivienda de uno de los jefes musulmanes, no pudo pegar un ojo debido a las picaduras de las pulgas.
Mi último apunte (Bandera) se refiere a que lo primero que se hizo al tomar nosotros posesión del perímetro del campamento fue clavar un alto mástil en el centro. A las 6,30 de la mañana se iza la Bandera de España con todos los reclutas firmes en formación ante sus respectivas chabolas (con lo que empieza el día militar) y a las 8,30 de la tarde se arría, también todos en formación, cantando el Himno de Infantería, dando por finalizada la jornada. En ese momento todos gritamos (tras el ¡rompan filas!): ¡¡¡FRANCO!!! y lanzando los gorros al aire gritamos (ilusos pelusos) ¡¡¡Uno menos!!! (con referencia a que tenemos un día menos de mili)