jueves, 21 de junio de 2018

El permiso frustrado

Vaciados los compartimentos estancos en los que suelo acumular la bilis y la mala leche (esta expresión proviene de la Edad Media y se refería a los cristianos amamantados por mujeres moras o judías) vuelvo a revisar las carpetas de mis notas tomadas a pie de obra en Sidi Ifni. 
Así, de esta manera, me sale el nombre del teniente de Aviación apellidado Sogorb de origen alicantino (¿lo habéis conocido vosotros?) que en los meses en que estuvo al mando de la Mixta-Mixto el capitán-comandante Guerra venía casi todos los días por la oficina de Autos.
El sargento Fortes (derecha), en el patio de la Mixta –sin gorra–, con el sargento Alonso y un trabajador de Talleres
El sargento Fortes (derecha), en el patio de la Mixta –sin gorra–,
con el sargento Alonso y un trabajador de Talleres
Hablando con él (era persona muy afable y cercana) y saber que éramos paisanos y que, además, conocía a mi padre, me mostró siempre una gran deferencia. El motivo de sus continuas visitas era para recoger un paquete con gamba fresca y/o quisquilla (recién pescada por la mañana) que llevaba al avión de Iberia, donde el piloto se hacía cargo del mismo para entregarlo a la familia de Guerra que vivía en Sevilla.
Como resultado de esa deferencia hacia mi humilde persona y para presionar al comandante Guerra, que me había prometido que me iría con permiso a mi casa a pasar las Navidades, me gestionó con el Sr. Vinué un billete de avión de ida y vuelta que pagué con el dinero que mi padre me transfirió a la cuenta que yo tenía abierta en el Banco Exterior (unas dos mil pesetas), y cuando ya creía que había presionado lo suficiente mostrandole los billetes, vamos, que "no tenía escapatoria", me planteó enviar un oficio al Secretario General, pues tras los "sucesos de Octubre" era imposible que lo dirigiera a mi jefe natural (el comandante Mena, como jefe del Grupo de Policía)...
La respuesta (por escrito) de Don José María Yanguas (la conservo) era que debía dirigirse al comandante Mena... Y de esta forma, el comandante Guerra se fue una mañana (bajándose los pantalones) a ver a Mena, pero no para pedir que me dieran permiso a mi, sino a su asistente europeo (Carmelo Medina) hijo de una acomodada familia de comerciantes de San Fernando. Yo me quedé sin permiso y gracias al teniente Sogorb Iberia me devolvió el importe de los billetes.
Hubo otro teniente (ya retirado) que me parece era legionario y que residía en el territorio desde poco después de finalizada la Guerra Civil, cuyo apellido era Santini, persona de estatura media, "metidito en carnes", sonrisa franca, buen conversador, que se dejaba caer habitualmente por la oficina de Autos para hablar con el sargento Fortes (largas parrafadas) que hablando hablando resultó ser conocido de uno de los mejores amigos de mi padre, José Cebrián Ortiz, que fue el primer director del Banco Exterior de España en Sidi Ifni.
Una tarde me acompañó al cementerio a llevar flores a la tumba de la primera esposa del señor Cebrián, que allí dejó la vida después de traer al mundo a sus tres hijos. Lo que nunca pude saber es a que se dedicaba el teniente Santini, que estaba siempre "invitado" a todas las celebraciones militares. A mí me llevó el 20 de Septiembre dfe 1961 a la "fiesta" de puertas abiertas de la XIII Bandera Indpendiente de la Legión, y pude comprobar el respeto con el que era tratado ¿le conocisteis?
Estas notas indican, una vez más, que fui un soldado atípico que consiguió "entrar" en la vida "civil" de la población.

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