viernes, 23 de febrero de 2018

La mili en Ifni (2/3)

Josep Carreras Mor

JOSEP CARRERAS MOR, nacido en Artesa de Lérida en 1937, localidad situada a solo diez kilómetros de la capital, agricultor (payés) de profesión que al cumplir los 14 años había recibido como regalo de su padre una azada para que aprendiera a ganarse la vida, tuvo que incorporarse al servicio militar en marzo de 1959 y el "sorteo" le llevó a Ifni en donde fue a parar al Grupo de Policía, ya europeizado.
Confiesa Josep que tenía una "vena" aventurera y aquella ocasión de salir de su pequeño pueblo e ir tan lejos, ¡a África!, era única en su vida; los familiares y amigos le decían que tal vez fuera peligroso y él respondía ¡Si hay que ir a la guerra, pues iremos a la guerra!
Carreras (con chaqueta) junto al autor del relato, en Lérida, año 2009 (foto del archivo privado de M. Jorques)
Carreras (con chaqueta) junto al autor del relato, en Lérida, año 2009
(foto del archivo privado de M. Jorques)
Con esos ánimos iniciales es normal que hicieran un buen Campamento (aunque duro) y que tras la jura de bandera y su destino en la llamada Compañía Local se presentara voluntario para cuantos servicios no ordinarios pedían los oficiales. Así, fue carcelero, intervino en registros de viviendas sospechosas de albergar adeptos al ELM, hizo de "policía secreta" (de paisano) para seguir a legionarios que se sospechaba estaban metidos en una organización que les facilitaba la deserción y huida a Marruecos con el armamento. Cuando se creó un servicio de "policía de tráfico", Carreras fue uno de sus componentes que, tras un pequeño cursillo y un bloc de multas en el bolsillo, se dedicaban a recorrer las escasas calles de la ciudad y comprobar que los exiguos vehículos que por ellas circulaban cumplían las normas reglamentarias. Cuando ya había hecho todo cuanto un policía raso podía hacer, incluida la detención de un moro de unos 60 años que llevaba atada y arrastraba a la fuerza a una niña de unos 12 años que había "comprado" a su padre, y la donación de sangre para un detenido musulmán que intentó suicidarse en los calabozos, entonces acudió a unos cursos de capacitación para el ascenso a cabo 2º, curso que impartía el teniente Moya y que en palabras de Josep le fueron de gran provecho (transcribo): "las clases eran tan claras y amenas que dejó un grato recuerdo en sus alumnos que obtuvieron provechosas enseñanzas para aplicar, no solo en la vida militar sino en el futuro civil que les esperaba después de la licencia. Militares de ese talante –que no abundaban en Ifni precisamente– nunca sabrán el bien que hicieron a aquellos soldados "con pocas letras", pues sus lecciones y consejos les sirvieron para enfocar sus vidas por el camino de un futuro más próspero y tranquilo. Desde aquí les damos las gracias a la vez que no podemos reprimir esta exclamación ¡Ojalá que todos hubieran sido así!
Carreras ascendió a cabo 2º, lo que le llevó a ser cabo-comisario de guardia que inspeccionaba a las "parejas" que salían de servicio diurno o nocturno, recibía novedades, redactaba partes de incidencias, etc. Y como colofón de tan gratificante mili, en la que jamás se consideró despreciado o con un plus de sufrimiento por ser catalán, hizo de cabo instructor de los reclutas que llegaron al territorio en marzo de 1960; uno de ellos vamos a traerlo a colación seguidamente, por ser también catalán. Y en la mili encontró a quien sería su mejor amigo (amistad que continúa cuando ya tienen más de 81 años): JUAN TARANCÓN BORJA, de Villamalea (Albacete) al que califica como "el amigo del alma". Y la amistad entre ambos la compara con un antiguo versículo sanscrito: "al principio es pequeña, pero en su discurrir se hace fuerte y profunda y una vez ha empezado ya no tiene vuelta atrás, tal como sucede con los ríos y los años" (¡Un payés catalán y un agricultor manchego, los mejores amigos!)

Josep Augué Solé

JOSEP AUGUÉ SOLÉ, barcelonés, mecánico tornero de profesión, nacido en 1938, llegó a Ifni en marzo de 1960 para cumplir con el servicio militar obligatorio. Destinado a la Compañía Mixta de Policía, pasó por el Campamento que por segundo año se llevaba a cabo en unas rudimentarias instalaciones ubicadas sobre la arena de la playa, fuera de la pleamar de las mareas, con jornadas diurnas de sol abrasadoras y noches frías por la humedad.
Augué llevó un pequeño "diario" de su mili (que compartió con nosotros) en el que recoge que durante el Campamento sufrieron todos los reclutas (sin discriminación por su procedencia o lengua) muchas calamidades y se repartieron golpes a "granel" por los instructores (policías veteranos), destacando uno llamado Hidalgo, madrileño, que era boxeador y sabía pegar "científicamente"; a destacar el esquizofrénico cabo 1º Rey, cuyas palizas eran sonadas (un recluta con un tímpano reventado y otro con una costilla rota durante su quinta).
Josep Augué, año 2010, esperando que suene la campana (foto del archivo personal de M. Jorques)
Josep Augué, año 2010, esperando que suene la campana
(foto del archivo personal de M. Jorques)
Veamos lo que dice Augué sobre el "trato discriminatorio" que se daba a los catalanes en el Campamento de Reclutas de la Policía, y quien los llevaba a cabo: "Sé que conoces a Josep Carreras y que su historia saldrá en el nuevo libro que pretendes publicar, por lo que he repasado las notas de mi DIARIO y te transcribo lo que subrayé del cabo Carreras: catalán. Estaba en la chabola nº 4. Desde el primer día de mi llegada al campamento no me gustó; nos dijo que no podía tragar a los catalanes (después resultó que él era catalán); pegaba bastante y castigaba; por cualquier tontería te ponía una imaginaria; había ratos en que se le podía tratar; con los reclutas de su chabola se portaba muy bien y por darle permiso a uno de sus reclutas para que no fuese a la gimnasia le arrestaron cuatro días sin salir de la Compañía y pusieron en su lugar al cabo Seral. Carreras es un cabo muy creído y chuleta".
Comenta Augué, en su relato, que el brigada Naveira (que también fue jefe del que esto escribe) lo arrestó durante un mes a no salir del recinto de la Oficina de Autos en todos sus ratos libres; al final del arresto (que no fue por motivos de catalanidad), Naveira (gallego y presunto homosexual) le dijo: He visto que eres un buen chaval y buen trabajador". Resultaba que el capitán que había recomendado a Josep para aquel destino en la Compañía Mixta tenía una cuestión pendiente con el brigada por un tema de la importación de un coche... La verdad es que la venganza contra el capitán la descargo en su persona.
Como puede observarse, el amigo y compañero Josep Augué, pese a ser catalán, jamás fue vejado ni castigado por su condición. El único que le mentó su condición de catalán resultó ser catalán (el cabo instructor Carreras) y el único arresto que sufrió se debió a "miserables" rencillas entre un brigada (suboficial) y un capitán (oficial). En la Compañía Mixta trabajó como mecánico-tornero para el Gobierno de Ifni y en su faceta militar (como policía) fue ascendido a cabo.

Antonio Teruel Vidal

ANTONIO TERUEL VIDAL, de Barcelona, nacido en 1939, llegó a Sidi Ifni el 23 de marzo de 1961 en la primera expedición de reclutas de aquella quinta. De los desembarcados aquel día, unos sesenta fuimos al campamento de reclutas del Grupo de Policía al haber sido destinados a dicho Cuerpo. Aquellos primeros "pipiolos" procedían de Cataluña, Región Valenciana y Murcia, casi exclusivamente. Nos agruparon en las cinco primeras chabolas (que hubimos de montar nosotros, para no dormir a la intemperie, y durante los cuatro meses de Campamento convivimos juntos: primero en la chabola nº 5, cuyo cabo instructor era Manuel Ribas, de Salamanca, y tras un traslado (por motivos ignorados) en la chabola nº 3, cuyo cabo instructor se llamaba Edmundo y era madrileño. Jamás, ni a uno ni otro instructor, ni al sargento que nos tenía bajo su mando (Felipe Blanco), ni al psicópata cabo 1º Rey, que mandaba la siguiente sección en la que se encuadraron los reclutas de la segunda expedición a partir de la chabola nº 6 (madrileños, castellanos y vascos), les oímos jamás discriminarnos por nuestra procedencia ni por hablar catalán, valenciano o vascuence. Es más: los mejores destinos (una vez jurada bandera) fueron mayoritariamente para los catalanes y levantinos, con o sin recomendación, que los jefes de las distintas compañías exigían para reemplazar a los veteranos de idéntica procedencia y tan excelente resultado profesional.
Teruel, con el autor y nuestras respectivas esposas en un encuentro celebrado en Sitges (Barcelona) en el año 2008 (Foto archivo personal de M. Jorques).
Teruel, con el autor y nuestras respectivas esposas en un encuentro celebrado
en Sitges (Barcelona) en el año 2008 (Foto archivo personal de M. Jorques).
A la Compañía Mixta, convertida poco después en Grupo Mixto fuimos destinados 40 de los reclutas de la Policía, mayoritariamente catalanes, levantinos, gallegos y algún vasco, extremeño, andaluz y madrileño que por sus profesiones u oficios civiles eran convenientes para la buena marcha de la Unidad.
Antonio Teruel fue destinado a la forja ya que venía de un taller familiar de forja artística de Barcelona; era (y dichosamente podemos decir que todavía es) un gran artista que además de hacer aquellas piezas de hierro que se requerían para los vehículos del gobierno, con vainas de proyectiles de artillería fabricaba lámparas de sobremesa que los jefes se llevaban y le gratificaban; gran dibujante y notable grabador (de su casa le enviaron las herramientas necesarias) se dedicó a grabar iniciales en mecheros y pitilleras (cobrando modestamente) haciéndose "famoso" por sus artes tanto entre los jefes como entre sus compañeros.
Su obra maestra como grabador la hizo a petición de un grupo de jefes y oficiales de la guarnición que querían homenajear al coronel Don Mateo Prada Canillas (próximo a ascender a general); este jefe había sido condecorado con la medalla miliar individual durante la Guerra Civil, y deseaban que en la placa de plata que le iban a entregar, además de las palabras dedicatorias se grabara una reproducción de dicha medalla cuyo original le proporcionaron. El trabajo tan extraordinario (los compañeros pudimos verlo) que el coronel Prada quiso conocer al orfebre y allá que se presentó una mañana en nuestro acuartelamiento (¡tres estrellas de ocho puntas, casi ná) y Teruel tuvo que salir de su cubil de la fragua, con su traje de faena (un mono tan sucio que se podía poner de pie, como una armadura medieval), le dio la mano y se la estrechó (pese a tenerla sucia de carbón) y le gratificó espléndidamente... Obviamente, este catalán no sufrió de forma diferente al resto de sus compañeros de mili ni fue despreciado; por el contrario. Fue profusamente apreciado por todos.

Josep Majó

JOSEP MAJÓ, otro barcelonés, este nacido en 1941, amigo de Antonio Teruel (que nos lo presentó en una reunión de veteranos catalanes), quien al saber que estábamos recogiendo vivencias de ex soldados de Ifni nos envió unas cuartillas con las suyas, recogidas en el mencionado libro HISTORIAS SECRETAS DE IFNI, sin cambiarles ni una coma; ni por asomo el compañero Josep hace indicación de un plus de "sufrimiento" sobre el de los demás soldados y mucho menos que fuera "despreciado" por su origen regional.
Seguimos sus folios: "Después de nueve días de viaje desde que salimos de Barcelona, en ferrocarril hasta Algeciras, en barco hasta Las Palmas de Gran Canaria y en avión hasta Sidi Ifni, a donde llegamos el 21 de marzo de 1964... He de destacar la impresión que recibí al ver a los hombres que íbamos a reemplazar que, quemados por el sol y en uniforme militar de trabajo me parecieron encontrarse a una distancia superior al año que nos separaba. Impresión que, en sentido contrario, sentí al año siguiente a la llegada de los reclutas que venían a sustituirnos a nosotros con sus caras blancas y asustadas por lo que debían presumir que se les venía encima... Recibida la instrucción militar en el Campamento de Tiradores, tras la jura de bandera nos desplazamos hasta la Compañía de Transmisiones que sería a partir de entonces nuestra sede residencial hasta la licencia... En el desarrollo del servicio militar hubo momentos de todo tipo, tristes, alegres, de rabia, de impotencia, de resignación, de satisfacción, etc., etc.... Hacia las nueve de la mañana (del día de la Jura) el general ha leído la fórmula del juramento a la que ¡todos! al final hemos gritado: ¡Sí, juramos! Gritándose a continuación los vivas de rigor a España, Franco y el Ejército..."
Josep Majó. Lérida año 2009 (archivo personal de M. Jorques)
Josep Majó. Lérida año 2009 (archivo personal de M. Jorques)
"... El menú (del día de la Jura) ha sido el siguiente: arroz con pollo, ensaladilla a base de patatas, atún, pimiento, zanahoria, tomate y aceituna, toda ella bien regada de mayonesa, pescado en salsa, salchichas Frankfurt con salsa de tomate y cebolla, y para postres un trozo de brazo de gitano. El vino negro, a discreción, ha regado la comida, cerrando con un café cargado y un puro. Ha habido reenganche de ensaladilla, salchichas, vino y café... Los que hemos sido seleccionados para efectuar el curso para Cabos hemos sido distinguidos esa misma noche para el primer servicio como soldados, consistente en un refuerzo de guardia relevando al cabo de guardia desde las dos a las seis de la madrugada. No he pegado ojo en toda la noche, pero tampoco lo han hecho los compañeros que intentaban dormir en las tiendas de campaña pues los veteranos se han dedicado a derribar los caballetes en los que se sustentan las colchonetas yendo todos al suelo, situación que se ha reiterado varias veces a lo largo de la noche... Las historias de la mili prosiguen en el recuerdo y, en cualquier caso, cabe explicar que en el viaje que hicimos al territorio en el año 2000, seguían en pie los cinco barracones que habían sido nuestra residencia temporal y que ahora estaban ocupadas por numerosas familias que vivían en ellos... A nuestra vuelta en el año 2009 no existía ya ningún rastro de aquellas instalaciones, y en su lugar se alzaban bloques de viviendas, al parecer de protección oficial y que, suponemos, se destinarían en parte a los residentes en los antiguos barracones militares..."
El sintetizado relato rezuma optimismo, camaradería, resignación y nostalgia (nunca desprecios ni sufrimientos por el hecho de ser catalán su autor) de aquellos tiempos de mili que hicieron a Josep Majó volver en dos ocasiones al territorio de Ifni.

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