Portada de "Por qué" de enero de 1974. |
Por pura casualidad (ya que buscaba otra cosa) me aparecen los apuntes que tomé a “pie de obra” como se dice vulgarmente en el año 1973, con relación a la ola de atracos que sufrían las sucursales bancarias de Barcelona y localidades de la provincia. Entonces, el que esto escribe, residía en aquella capital, desempeñaba un cargo estatal en un Juzgado de Instrucción y obviamente tenía relaciones con jueces, fiscales, policías y guardias civiles con los que privadamente hablaba de aquella situación.
Por esa circunstancia tuve casi inmediato conocimiento del atraco más grave (hasta entonces no se habían producido víctimas personales) perpetrado hasta el momento, en una sucursal del banco Hispanoamericano (era el 2 de Marzo de 1973) por dos individuos, uno armado con una metralleta y otro con un revólver (un tercero aguardaba a la puerta con un coche, para huir) que tras recoger el dinero de la caja en una bolsa dispararon un par de ráfagas de la metralleta hacia los empleados, alcanzando en la cabeza al contable Ezequiel Florensa Jiménez, de 36 años, que cuando pudo ser auxiliado por sus compañeros y trasladado al hospital de San Pablo los médicos certificaron la gravedad de sus heridas y (de momento) la irreversible pérdida de la visión: ¡¡¡Quedó ciego para siempre!!!
El policía Francisco Anguas asesinado por Puig Antich |
Entierro del policía asesinado por Puig Antich |
Uno de los atracadores (nunca se aclaró si fue el que disparó) era Salvador Puig Antich, joven de 25 años de edad, integrado en una banda de delincuentes especializada en atracos a mano armada en bancos, que los justificaban por alegar que dedicaban el dinero obtenido “a fines políticos” (a “fines políticos” –financiación ilegal de partidos- dedican los corruptos actuales las “perras” que “roban”, sin necesidad de utilizar las armas ni dejar ciegos a inocentes empleados bancarios ¡¡En algo positivo hemos avanzado!!). Su posterior detención junto con otros “anarco-atracadores” el 25 de Septiembre de 1973, por policías de paisano de la Brigada anti atracos, su intento de reducirlos y esposarlos dentro de un portal (para no llamar la atención de los transeúntes) y el hecho de que Puig Antich llevaba dos pistolas (una en la pernera del pantalón, que le fue detectada y quitada, y otra en la espalda que no le fue descubierta, hizo que en un descuido de los policías la empuñara y disparara contra los mismos matando casi en el acto al agente Francisco Anguas Barragán, de 24 años resultando él herido al repeler los policías la agresión. Todo muy “confuso” se dijo años después desde la izquierda política; no obstante esa pretendida confusión, lo que estaba más claro que el agua es que había un trabajador (eso era el empleado bancario Ezequiel Florensa) ciego de por vida por los disparos de unos malhechores que con el pretexto de robar para la causa obrera no dudaban en disparar contra aquel esforzado bancario; y que Puig Antich iba preparado para matar, armado con dos pistolas, mientras que los policías solo pretendían detenerle... El joven subinspector fallecido, un servidor público, tenía obviamente toda una vida por delante que fue truncada aquel día y sus compañeros no cometieron en aquel momento la felonía de vengarlo, de rematar a Puig Antich que yacía herido en el suelo sino que lo llevaron al mismo hospital de su víctima donde fue curado, pasando posteriormente a disposición judicial que instruyó el correspondiente sumario y tras el juicio oral oportuno fue condenado a muerte con arreglo al Código Penal promulgado el 14 de Septiembre de aquel año (vigente hasta el 2010) que modificaba el mucho más riguroso de 1944 (en Inglaterra, hasta 1964 la muerte de un policía implicaba siempre la pena de muerte). La pena de muerte se ejecutó en la cárcel Modelo de Barcelona el 2 de Marzo de 1974. Ni durante la instrucción de la causa 106/IV/1973, ni por la condena, ni por la ejecución hubo en la Ciudad Condal manifestaciones, protestas o desordenes. (Yo, como he dicho, vivía allí y creo que mi testimonio puede ser más válido que el de los que hablan de “oído” o desde el resentimiento). Sí las hubo en el extranjero al pedirse por el Papa y varios dirigentes de países “democráticos” (también desde la URSS y otros “satélites” en los que se ejecutaba de manera y forma cuasi industrial) clemencia para el condenado. Todo lo que se hace en España es malo por antonomasia y es que la comunidad internacional no nos perdona que seamos los que hemos ganado una larga guerra al Islam arrojándolo del suelo patrio y derrotándolo en Lepanto por lo que los hombres no vestimos xilaba ni las mujeres burka, y otra al Comunismo Internacional en 1936-39.
Poco tiempo después de morir Franco ¡¡en la cama!! se empezaron a oír y leer textos laudatorios para aquel joven “idealista catalán”, “luchador antifranquista”, “asesinado por un cruel régimen dictatorial”, con lo que el nacionalismo catalán inventaba un mito al que rendir culto, pues a punto de finalizar el franquismo tan solo tenían como nacionalista para llevarse a la boca al anarquista Quico Sabater, individuo rudo, de escasa educación, residuo de la Guerra Civil, que en 1960, terror del campesinado, que había sido abatido por el somatén catalán (integrado por catalanes, obviamente) en la población de Sant Celoni, a la vez que se habría otro mito: El de Franco firmando sentencias de muerte, sentado a una mesa de camilla, mientras comía churros con chocolate...
Valla publicitaria en Bruselas |
Si le echamos un mero repaso al Derecho Penal comparado de aquellos años 73-74 del pasado siglo podremos comprobar que la republicana FRANCIA no solo mantenía la pena de muerte en aquellos años, sino que en 1977 el “Señor de Paris” (así se le llamaba al verdugo) le afeitó pescuezo a tres reos mediante la guillotina; CANADÁ mantenía la pena de muerte (abolida en 1976), así como MÉJICO (abolida en 1975); también la ostentaban ARGENTINA y BRASIL (abolidas en 1984 y 1988, respectivamente). DINAMARCA (abolida en 1978), NORUEGA (abolida en 1979), HOLANDA y PORTUGAL (abolidas en 1982 y 1976, respectivamente) y hasta la supercivilizada FINLANDIA mantuvo la pena de muerte en su código penal hasta 1972 en que fue abolida. Sin olvidar a los países que la mantienen, democráticos o comunistas-dictatoriales (USA, JAPÓN, COREA DEL NORTE Y DEL SUR, CUBA, NICARAGUA, CHINA y la mayoría de los Estados del continente asiático, ARABIA SAUDÍ –aquí el “afeitado de pescuezo” es mediante hacha o alfanje-)...
Y el totalitario y fascista estado español bajo la bota de ese “militarote” tipo Pancho Villa con el que sus enemigos quieren etiquetar en su historia al general Franco, nunca cometió una represión como la del democrático Méjico (que en la guerra civil nos daba lecciones de eso) del año 1968, contra un numerosísimo grupo de estudiantes que protestaban en la plaza de las Tres Culturas de Tlatlolco, al que masacró (fueron cientos de muertos, que no han podido ser cuantificados con exactitud), o la del comunismo maoísta de China en 1989 en la plaza Tcananmén, de Pekín en la que los tanques asesinaron unos ¡¡¡diez mil!! chinos protestones (si hace eso Franco, la comunidad internacional nos lanza una bomba atómica)...
La civilizada guillotina francesa |
Militantes anarquistas alemanes en el funeral de sus cabecillas “suicidados” |
No quiero dejar incompletas estas líneas sin poner de relieve el distinto “tratamiento” que países tan democráticos como la Alemania Federal de los años setenta del pasado siglo le dieron al fenómeno de los atracos, asesinatos y secuestros de los movimientos anarquistas europeos nacido a partir del Mayo francés de 1968. Así, mientras la “represión” en España se limitaba a detener a los delincuentes (y seguramente a “hostiarlos” para que “cantaran”) para llevarlos ante los Jueces, los germanos “cortaban por lo sano”. Mi memoria está todavía fresca (la ha reforzado echando mano de la hemeroteca) sobre aquel secuestro del avión de Palma de Mallorca a Stuttgart en Octubre de 1977 por miembros de la “Fracción del Ejército Rojo” (conocido como Grupo Baader-Meinhoff) que exigían la puesta en libertad de sus cabecillas Andreas Baader, Gudrun Enssling y Jan Carl Raspe, presos en la cárcel de Steinheim (cerca de Stuttgart). No los pusieron en libertad, sino que aparecieron “suicidados” a tiros en la cabeza los tres cabecillas, con lo que se solucionó el “problema”, se evitaron juicios y el canciller Helmont Schimidt pudo manifesar (hay declaraciones suyas en ese sentido) su alivio por haberse solucionado la cuestión anarquista en Alemania (es posible que Felipe González, gran protegido de la social democracia teutona, se inspirara en estos hechos para alentar o hacer la vista gorda ante la creación del GAL)... Si esto se hace en España en tiempos de Franco, la democrática comunidad internacional nos lanza no unas bombas atómicas como hizo USA al Japón, sino una de hidrogeno que parece ser más potente... Repito mi profundo asco por la hipocresía con la que España ha sido tratada frente a hechos de mucho menor calado que los anteriormente relatados.
Y es que la izquierda (anarquista, comunista y socialista) no le puede perdonar a Franco, ese mediocre militar (según escribe el rencoroso coronel Carlos Blanco Escolar en su libro “La incompetencia militar de Franco”, editorial Alianza, año 2000) que les ganara la Guerra Civil, aguantara el “tirón” de Hitler para entrar de lleno en la Guarra Mundial, superara la invasión “guerrillera” de 1944, auspiciada por el PCE y el PCF a través de los pirineos, fuera capaz de capear el temporal que se nos vino encima al finalizar la Guerra Mundial con el bloqueo económico más bestial que se ha hecho en la historia reciente de la humanidad, con retirada de embajadores y otras muchas cosas que los niños de entonces recordamos perfectamente, que el pueblo español (todo el pueblo, menos los hijos de la “maritornes” que aplaudían nuestras hambres y miserias desde el confort de Méjico, Francia o la URSS, gastando el dinero expoliado de los bancos españoles y las joyas expoliadas de las Cajas de Ahorro y Monte de Piedad empeñadas por los trabajadores por Prieto y Negrín), el rechazo de la ONU a admitirnos como Nación (por nuestros antecedentes) cuando no le hacía ascos a Portugal o a Turquía, la supervivencia hasta el gran plan de estabilidad económica del año 1957, la creación de los polos de desarrollo industrial, la alfabetización de la población rural, la creación de las “escuelas del trabajo”, el acceso a la Universidad para mayores de 25 años sin estudios previos, las universidades laborales, la apertura al turismo internacional, la implantación de la Seguridad Social con carácter universal (hospitales, médicos y medicinas gratuitos), las pagas extraordinarias, las vacaciones pagadas, la industrialización del país hasta colocarnos entre las diez naciones más industrializadas de la época. En fin, no se le perdona a Franco por todos esos resentidos neocomunistas, socialistas cobardes que quieren ganar una guerra que perdieron y cuya mecha habían prendido ellos (Largo Caballero y Prieto como cabecillas) con su golpe de estado de Octubre de 1934 y el amaño de las elecciones de Febrero de 1936, ni le perdonan los separatistas a los que les hizo una “faena de aliño” (en latín “molis cultura Domine”) que no es otra cosa (en términos taurinos) que cuadrar al toro tras darle unos cuantos muletazos y entrar a matar. No se le perdonan estas y otras muchas cosas buenas para España y en el año 2018, cuando se van a cumplir 43 años de su muerte en la cama y 80 del final de la Guerra Civil, quieren remover su cadáver del lugar donde está enterrado haciendo bueno aquel refrán con el que desde la Edad Media se motejaba a los cobardes “¡¡A moro muerto, gran lanzada!!”. Las lanzas de los cobardes actuales, disfrazadas de “memoria histórica”, “verborrea neocomunista” de los podemitas y “derecho a decidir” de los independentistas. están prestas a dar la gran lanzada a Francisco Franco Bahamonde y con ella a cuarenta años de Historia de España que esta gentuza está empeñada en borrar totalmente, tras dar a la generación actual una visión tan oscura y poco objetiva de esos tiempos que justifica su aberrante postura.
En calles así jugábamos los niños de los años cuarenta |
Las “colas” para comprar alimentos racionados. |
La Universidad laboral franquista de Cheste (Valencia) para hijos de trabajadores. |
Francisco Franco, el estadista al que se quiere “volver a matar” 43 años después |
Nunca fui franquista ni antifranquista. La política me importo menos que un pepino. Como hijo de “rojo” depurado y desterrado de su tierra de nacimiento y vecindad (Valencia) mi afán fue estudiar y prosperar para escapar del destino social y económico que las circunstancias deparaban para mí. Pude llevar a cabo todo a lo que aspiraba sin injerencias ni cortapisas políticas; cuando aspiré a una beca, solo me pidieron unas notas altas en mis estudios (nadie me preguntó quién era mi padre), y cuando fui a opositar para una plaza estatal, con solo 18 años, aprobé con un inmejorable número (el 17 de las 100 plazas) sin conocer a nadie ni ser recomendado por gente del Régimen: sencillamente, me sabía los temas e hice un buen examen (actualmente, con el carnet de ciertos partidos en la boca, entras a formar parte del funcionariado, sin examen alguno).
Lo que quiero decir (y me parece haberlo manifestado en otras ocasiones) es que me niego a que se borren mis primeros treinta y seis años de vida, los que se desarrollaron bajo el mandato de ese militar-estadista hoy arrastrado por los lodos; en esos años me convertí en lo que soy y los viví día a día, desde los más oscuros de la inmediata postguerra, con el racionamiento de los comestibles, las “colas” para adquirirlos, la escasez de combustible para calentarnos en los fríos del Norte (donde yo vivía), los juegos entre las ruinas de los edificios hundidos durante la guerra (Lérida fue frente de batalla desde 1938) en los que era habitual encontrar munición sin estallar, pasando por las carencias del Instituto donde estudié el bachiller (el catedrático de Geografía tenía que dibujar en la pizarra el mapa de la región o país de que trataba la lección, pues no los había impresos), pasando por el incipiente despegue de los años cincuenta hasta llegar a los sesenta en los que media España se motorizó (yo tuve primero una Vespa y después un Seat 600) hasta alcanzar un grado de prosperidad en la década de los setenta como nadie podíamos señor de la que disfrutó el gran segmento de la “clase media” que fue la que posibilitó la hoy despreciada “Transición”. Y en esos treinta y seis años, además de concluir mis estudios y encontrar un puesto más que aceptable para ganarme honradamente el sustento y mantener a mi familia (me casé y tuve a mis cuatro hijos) tuve tiempo para a aprender a amar a mi Patria (con buenas notas) bajo la batuta de mi padre e, incluso, a pasar por el Ejército (no me gustó el que conocí) en las últimas colonias del África Occidental Española. No obstante no gustarme el “continente”, su contenido de amor a la Bandera, Himno, sacrificio y servicio a España los viví con fruición, durante casi dieciocho meses, sin permiso alguno, en aquellas inhóspitas tierras africanas. Y así seguimos.
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