domingo, 17 de noviembre de 2019

Desde mi silla de ruedas: la penuria de la policía "franquista"

Escudos policiales de la época "franquista".
Escudos policiales de la época "franquista".
Como la noche es muy larga y las horas de sueño escasas te da tiempo a recordar tiempos pasados para cote-jarlos con los presentes; en este caso, cómo era la Policía franquista de los años 50-60 del pasado siglo y la actual llamada democrática, desde la perspectiva de los medios materiales.
En una ciudad como Alicante que allá por 1962 (cuando volví licenciado de Sidi Ifni) debía rondar los 150.000 habitantes, había una sola Comisaría (calle Pascual Pérez) y un Cuartel para la Policía Armada, con escasos efectivos. Los "secretas", inspectores del Cuerpo General de Policía que no vestían uniforme, los conocían todos los ciudadanos: Jiménez de Cisneros, Blanco, Estradera, Molina, etc., pues además se dedicaban al pluriempleo vendiendo frigoríficos, televisores o coches.
Como antes de incorporarme al servicio militar por un traslado de mi padre a La Encina, en calidad de Jefe del Depósito de Máquinas de RENFE, me quedé solo en nuestro domicilio; el Juez habló con el Comisario Jefe de Policía y con el Teniente Coronel de la Guardia Civil y se arregló que pudiera acudir a comer con los policías y guardias jóvenes solteros, lo que hice durante meses (también comía algunos días en el restaurante que para obreros tenía la Organización Sindical.
Estas circunstancias me valieron muchos amigos en aquellos Cuerpos; y cuando tras la licencia obtuve el pluriempleo de redactor en el Diario Información de Alicante (llevando la página de sucesos) los contactos me sirvieron para acceder a las noticias (pocas) que sobre sucesos ocurrían.
Voy a contar lo acaecido (fui testigo y actor) una noche de verano en la Comisaría de Alicante; como era normal, dos de los policías armados se hallaban sentados en sendas sillas, en la acera, tomando el fresco (ahora hacen guardia de puertas con chaleco antibalas); pregunté quién estaba de Inspector de guardia y me dicen que Jiménez de Cisneros (el policía secreta que siempre vestía de "policía secreta": gabardina en el invierno y traje desastrado con sombrero flexible en verano). Entro, lo saludo con el "Don Miguel" por delante (estaba licenciado en Derecho) y le pregunto si hay alguna novedad digna de dormir en el papel impreso; cuando estábamos charlando (era un gran y culto conversador) suena el teléfono; llaman los habitantes de un chalet de la zona residencial de Vistahermosa que denuncian haber visto como en el chalet contiguo dos personas habían escalado la valla y habían penetrado en el recinto.
Yo, haciéndome casi invisible, continué dentro de la estancia; el Inspector llama al sargento de la Policía Armada, le da la novedad y dice que despache el coche (un Land-Rover), el único útil y disponible, con una pareja de policías para hacer averiguaciones y detenciones en su caso... (Ahora, parece que es Gila quien habla). El sargento le dice a Jiménez de Cisneros que quien va a pagar la gasolina pues ellos tienen el cupo agotado. Entre ambos (Inspector y sargento) deciden que se llame a un taxi (a cargo de la Comisaría y no de los Armada), como así se hizo.
El sargento designó a dos de sus hombres (corpulentos y de mediana edad) y yo les pedí a ellos que me dejaran acompañarlos en el taxi. Y de tal guisa nos fuimos en busca del chalet en el que "presuntamente" estaban robando dos ladrones; los denunciantes nos aguardaban, indicaron que inmueble era y se metieron en su "madriguera"; el taxista no las tenía todas consigo, los policías intentaron abrir la puerta de acceso al jardín, sin conseguirlo. Y yo, con la juventud, el impulso que me daba la formación policíaca recibida en Sidi Ifni (hice la mili en el Grupo de Policía Ifni nº 1) me ofrecí a escalar la tapia, abrir desde dentro la puerta; uno de los policías me dio su pistola con indicación de que la utilizara si era preciso que él juraría por su madre que lo había hecho él.
Resumiendo: abrí la puerta desde el interior, entraron la pareja de policías, devolví el arma a quien me la había prestado y tras dar una vuelta completa al jardín, en la parte trasera del chalet había una ventana medio abierta. Los agentes empezaron a chillar dando el alto a quienes estaban dentro de la casa para que salieran con los brazos en alto y tras escasos momentos asomáronse a la ventana un hombre y una mujer jóvenes, a los que ayudamos a salir por el mismo sitio por donde habían penetrado; del primer y somero interrogatorio resultó que no eran ladrones sino dos fogosos amantes que habían irrumpido en predio ajeno para consumar su amor; el problema surgió al saber que era casada (su marido, camionero, estaba de viaje) y él soltero.
Todos metidos en el taxi, amontonados, regresamos a Comisaría en donde Jiménez de Cisneros se rasgaba las vestiduras ya que no acababa de ver porque hechos delictivos debía iniciar el atestado; el cachondeo de todos, fue de órdago; la vergüenza (y miedo) de la chica, de no te cuento, mientras que el joven "machito" era casi felicitado. Obviamente, tras la emocionante aventura, me quedé sin mi artículo a lo "Tico Medina" o "Julio Camarero".
La última reflexión la hago comparando aquel Régimen dictatorial, policíaco, militarista, que según hacen creer ahora destinaban a un guardia civil o policía a vigilar a cada uno de los ciudadanos, con los medios materiales (escudos, furgones, coches que no saben ni donde aparcarlos de tan abundantes) que ahora nos depara esta Democracia.
Quien conozca Alicante y recuerde donde estaba la Cárcel (Avenida de Aguilera) puede haber visto en más de una ocasión como la policía traía los presos para ser juzgados en la Audiencia (calle Reyes Católicos) en el tranvía de la Línea 1 que paraba a la puerta de ambas dependencias. Y si viajaron en tren en los años 40-50 del pasado siglo, era bastante usual ver como la Guardia trasladaba presos de una ciudad a otra en los vagones de pasajeros, todos mezclados.
Esta misma noche he estado echando cuentas de los meses que uno debía trabajar para comprar un coche o un buen piso a principios de los años 70; son tan contundentes que, en este aspecto, venga Franco a explicar como lo hizo.

2 comentarios:

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  2. En el caso de los bonos de cupón cero, no se produce ninguna capitalización. La tasa de cupón del bono es su tasa de rendimiento real, sin tener en cuenta la inflación o los impuestos. https://theencouragemint.com/cual-es-el-rendimiento-total-de-una-inversion-en-bonos/

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