jueves, 20 de septiembre de 2018

El coche oficial del Gobernador General de Sidi Ifni

Buick modelo 1955. Un coche parecido a este es el que le tomamos prestado al General. (Foto de Internet)
Buick modelo 1955. Un coche parecido a este es
el que le tomamos prestado al General. (Foto de Internet)
Antes de entrar en "harina" me vais a permitir que contextualice la "delictiva travesura" en la que intervine activamente el 17 de Septiembre de 1961, pues de otra forma será muy difícil la compresión de los hechos de autos.
Es bien sabido que tras el Campamento del Grupo de Policía Ifni nº 1, que aquel año 1961 duró cuatro meses, me destinaron a la Compañía Mixta, afecta al Cuartel General, junto con otros 40 compañeros policías; compañía a la que estaban agregados los soldados con destino en el Estado Mayor (aproximadamente otros 40).
Campamento del Grupo de Policía de Ifni nº 1 (23 de marzo de 1961)
Campamento del Grupo de Policía de Ifni nº 1 (23 de marzo de 1961)
En este acuartelamiento situado a escasa distancia de la plaza de España y del Palacio del Gobernador, se mantenían y guardaban todos los vehículos del Gobierno: Camiones, camión cuba, jeeps, comandos, motocicleta con sidecar BMV y también el coche oficial del General (entonces era Latorre Alcubierre) y un Land-Rover nuevo de trinca al servicio del coronel de Estado Mayor.
El coche del General muy poco usado (en el reducido perímetro de Sidi Ifni, tras la guerra no habían carreteras ni lugares a donde ir de excursión oficial) era mimado al alimón por sus conductores oficiales, el europeo sargento Alonso y el nativo sargento Sarghini, ambos cabos primero pero habilitados de sargentos. Siempre estaba reluciente como una patena, con el depósito de gasolina a tope, engrasado y repasado una y otra vez en sus partes mecánicas por el propio jefe de talleres, un canario (civil) conocido por "Maestro Juan". Alguna vez lo vi salir de la cochera, con su conductor, hacia Palacio para llevar al general, posiblemente al Aeropuerto donde recibiera a alguna autoridad civil, o para llevar a su familia a que tomaran el avión para Canarias o la Península. Ni que decir tiene que había expresa prohibición de que ningún soldado se acercara al coche en cuestión que se cerraba en una de las cocheras a cal y canto como se dice vulgarmente.
Los Generales López Valencia y Latorre Alcubierre pasando revista a las tropas en Sidi-Ifni en marzo de 1959 (Foto: Martínez)
Los Generales López Valencia y Latorre Alcubierre pasando revista a
las tropas en Sidi-Ifni en marzo de 1959 (Foto: Martínez)
El otro vehículo "intocable" era un Land-Rover que hacía muy poco le había sido adjudicado al Coronel jefe del Estado Mayor. Este todo terreno tenía un conductor-cuidador muy especial. Se trataba de un soldado de artillería, con destino en el EM, pero no era un soldado cualquiera pues Fernando de Rojas (así se llamaba) era hijo de los condes de Montarco, un "puntal" político y económico del Régimen. Este chico, que vestía un uniforme impecable (seguramente hecho de sastrería) y que en su trato y gestos demostraba una gran educación (y sencillez), después del desayuno sacaba el vehículo al patio del Cuartel, le pasaba la bayeta hasta hacerlo relucir y esperaba horas y horas a que del Estado Mayor le avisaran para realizar algún servicio. A la hora de la comida (eran mesas de 12) solía sentarse en la que yo estaba de cabo.y "jefe" de Mesa, junto a su compañero Manuel Lorenzo Lahorra, un vallisoletano destinado en la Sección 2ª (también artillero). Con ambos hice una buena amistad que derivó en una anécdota (unos años después de la licencia) cuando recordando la invitación que Fernando nos hizo de ir a visitarlo a su casa de Madrid. Coincidimos Lorenzo y yo en la capital de España. llamamos a Fernando, nos dio cita para una hora de la tarde y allí fuimos (calle de Ayala nº 3) a ver al compañero de mili. Aquel edificio era un palacete, nos recibió un mayordomo uniformado que nos hizo pasar por diversos salones hasta uno en el que esperamos al amigo que nos trato muy bien pero algo "lejano". Nos invitó a beber una copa (la sirvió una doncella, también de uniforme), nos fuimos y sacamos la conclusión que una cosa fue el servicio militar y otra el ambiente en el que se movía Fernando de Rojas, muy alejado del nuestro.
Un vehículo como este es el que cuidaba el hijo de los Condes de Montarco. (Foto de Internet)
Un vehículo como este es el que cuidaba el hijo de los Condes de Montarco. (Foto de Internet)
Puede parecer extraño que el hijo de aquellos influyentes condes hiciera la mili en Ifni. Para los profanos, así será, pero para los conocedores del "percal", nada de eso. Nadie se libraba de pasar por el "tubo". Otra cosa eran los "destinos. Recuerdo a un mallorquín (Jaime Juan Pons) millonario, con una edad cercana a la treintena (había ido prorrogando su incorporación) que tras el Campamento en la Policía se trajo a su esposa y montó casa en Sidi Ifni (yo estuve un día comiendo con el matrimonio en esa vivienda), a Sobrepera, internacional y campeón del mundo del equipo nacional de Hockey sobre patines, al torero Miguel Mateo "Miguelín", a un hermano del extremo del Real Madrid Paco Gento, y un largo etcétera.
Solo me resta añadir (para situar al lector) que el Grupo Mixto (denominación desde hacía unos días, cuando su jefe provisional, el capitán Guerra ascendió a comandante) solo tenía un teniente (Ripollés), destinado en Obras Públicas, a quien no se le veía el pelo durante días y días, tres sargentos habilitados (Delrieu, Alonso y Urquía) y un cabo primero (Buenache) que hacían su vida fuera del Cuartel. Solo vivía en el acuartelamiento Miguel Delrieu Mira y eramos los cabos los que manejábamos todos los servios, a partir de las cinco de la tarde en que se terminaba la jornada laboral.
Cuartel del Grupo de Tiradores Ifni nº 1. (Foto de Internet)
Cuartel del Grupo de Tiradores Ifni nº 1. (Foto de Internet)
Vamos pues al grano. Aquel 17 de Septiembre de 1961, aprovechando que el compañero destinado en Tiradores,III Tabor, 12 compañía, Bernardo Levia Pérez (EPD) bajó de la Montaña para unas diligencias y tenía permiso hasta las diez de la noche, vino al Mixto para ducharse y de paso montamos en la cantina una merienda de alicantinos (el cabo furriel Cremades, el abogado destinado en el Juzgado Territorial, Manuel Lorente Ruiz, el alicantino "consorte", sargento Alonso, y el también sargento Delrieu y yo mismo). La merienda fue abundante y generosamente regada. Lorente y el sargento Alonso se marcharon a una hora prudencial; a Levia ibamos a pagarle el taxi para subir al Grupo cuando el sargento Delrieu nos invitó a su "cubil" (una habitación privada en el -cuartel) a tomar la "última copa". Nos bebimos una botella de ginebra con agua molla y al terminarse (la ginebra) abrió una botella de colonia de un litro y nos la tomamos también con el agua molla gusto naranja que nos sentó como un tiro, sobre todo al Tirador que perdió el conocimiento; yo me puse malisimo (vómitos a mansalva), guardando algo las apariencias el furriel y el sargento. Levia tenía que estar en el Grupo antes de las diez de la noche, en su estado era imposible que pudiera tomar el taxi y alguien (supongo que el sargento) tuvo la idea de llevarlo nosotros. Como cada vehículo tenía asignado un conductor y no era cosa de comprometer a nadie más, solo quedaban el coche del general y del land-rover del Estado Mayor. Se optó por sacar el primero (tenía el banderín enfundado) y conduciendo el sargento, conmigo a su lado y en el asiento trasero el furriel sosteniendo a Leiva subimos al Grupo, dejando a unos metros de la puerta, en el suelo, al todavía no recuperado Tirador y escapando rápidamente antes de que el centinela de puerta aguzara la vista, se quitara las legañas y se apercibiera de que aquel vehículo no era un taxi sino el coche del gobernador general.
Volvimos al Cuartel. Aquella noche me tocada una guardia nocturna de cuatro horas como cabo (no la hice ni se como se solucionó el tema), pero cuando al día siguiente me di cuenta de la barbaridad que habíamos llevado a efecto y la suerte de que no pasara nada me juramenté a no repetir otra barrabasada. No la hice pero casi al final de la mili me extralimité en mis funciones y si no es por el Comandante Castilla creo que aún estaría en Sidi Ifni cumpliendo prisión, pues la hice gorda, muy gorda. Otro día os la cuento.

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